Silbar en casa

Mi hija hace poco aprendió a silbar. Se pasa todo el día haciendo gala de esta nueva habilidad en casa. Yo voy detrás prohibiéndoselo. Hasta que me dijo: “pero ¿quién inventó esa ley de que no se puede silbar?”.

El post de esta semana no está dedicado a San Lázaro sino a Elegguá.

Silbar y chiflar, costumbres no muy aceptadas

Ante la pregunta de “¿quién inventó esa ley de que no se puede silbar?” me puse a investigar. Yo tenía claras mis razones. A Elegguá no le gusta que silben donde está él. Y punto. Pero no es un argumento comprensible para una niña pequeña, así que busqué más información.

Silbar y chiflar son costumbres prácticamente repudiadas en todo el mundo, si se practican en espacios cerrados. Los rusos piensan que silbar en casa atrae problemas económicos serios. Los actores de teatro tampoco lo aceptan porque en una época eran utilizados para indicar cambios en escena y generaban tanta confusión que las obras resultaban un desastre. En Japón consideraban que los silbidos atraían a las serpientes y actualmente pueden regañarte si te sienten silbar de noche. En África se piensa que atrae a los espíritus. Y así por todo el mundo se encuentra uno distintas supersticiones vinculadas a este tema. Pero en Cuba, cuando le decimos a alguien “oye no silbes en casa”, generalmente a quien no queremos molestar es a Elegguá.

Un niño orisha mayor

Elegguá está representado por un niño. Quizás por esto se sincretiza con el Niño de Atocha o San Antonio de Padua. Es juguetón, bromista, goloso y como a todo niño le gusta chiflar y silbar. Pero no por ser pequeño es poco su poder. Él es un orisha mayor.

Se dice que es el dueño de los caminos y por tanto los abre o los cierra. Él tiene las llaves del destino. En su poder está abrir una u otra puerta. Por eso es importante no importunarlo. No presionarlo llenándolo de chucherías y pidiendo cosas por caprichos cada día. Pero sobre todo no olvidarlo en su rincón.

Elegguá es el guardián de la casa, por eso siempre está tras la puerta. Le encanta hacer travesuras y transformarse en diferentes personajes para escuchar todos los secretos. No hay nada que él desconozca. Quizás por eso Olofi lo nombró su mensajero. Cuando le dio tan grande responsabilidad le dijo que, aunque fuera el más chiquito, su poder sería tal que nada sería posible en la tierra sin contar con él.

Silbar en casa molesta a Elegguá

En Elegguá se representa la lucha de contrarios. Es un niño, pero como se ha dicho antes, tiene responsabilidades de adulto. Protege y a la vez te castiga si haces malas elecciones. Es principio y fin. Vida y muerte. Paz y guerra. Con su garabato abre los montes y limpia el camino mientras silva sus canciones.

Anda feliz y parece que nada le preocupa. Pero no le llames por gusto que se molesta. No silbes si el dueño de los caminos descansa. Cuando salgas por tu puerta cada día recuerda esto, en tu casa comienza el camino. Tu casa es su reino. Respeta.

Giges Autor

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